LA CAPTURA CRIMINAL DEL ESTADO. UNA HISTORIA MEXICANA.
Publicado el 20/11/2014
Por Héctor Aguilar Camín
Artículo escrito para el congreso "La Paz Alterada", organizado por El Colegio de Michoacán, celebrado en Zamora Mich, del 23 al 25 de octubre de 2014.
Es una exageración decir que México ha vivido los primeros años del siglo XXI una guerra civil. Quizá sea también una exageración sostener lo contrario. La llamada guerra contra las drogas mexicana ha sido a su manera una guerra civil: de las bandas del crimen organizado entre sí, y de estas con las fuerzas de seguridad del estado.
La ausencia de bandos discernibles, batallas formales y causas invocadas públicamente por los combatientes, desmienten el cuadro clásico de lo que llamamos guerra civil, pero la intensidad de la violencia, la regularidad de los enfrentamientos y, sobre todo, la cantidad de las bajas impiden mirar la violencia mexicana sólo como una epidemia criminal. Las ochenta mil muertes y los 22 mil desaparecidos atribuibles a la guerra contra el narco entre los años de 2008 y 2013, entran en el rango numérico de conflictos bélicos recientes. Son una cifra muy superior a las 23 mil bajas en combate de la primera Guerra del Golfo de 1990-91, y a las 50 mil de la guerra entre Etiopía y Eritrea, de 1998- 2000. Están en la escala de los 112 mil civiles muertos en Irak, durante la segunda Guerra del Golfo de 2002.(1) Son cifras de violencia sin precedentes en el México moderno. Creo que la guerra de los años recientes entre las bandas criminales ha sido una forma de guerra civil, y la guerra entre estas bandas y las fuerzas de seguridad del estado, ha tenido por momentos la forma de una rebelión o al menos de una resistencia armada. En todo caso se trata de una alteración radical de la paz en un país que había registrado en las últimas décadas una disminución sostenida de la violencia. Otro rasgo que acerca el fenómeno a la experiencia de la guerra: su aparición relativamente inesperada.
En 1990 México tenía una tasa de 19 homicidios por cada cien mil habitantes. Para 2007 la había reducido a la mitad: 8 por cada cien. En los siguientes cinco años, los homicidios dolosos se triplicaron. Fueron 8,867 en 2007 y 27,199 en 2011. La tasa pasó de un moderado 8 por cada cien mil habitantes, cercano a las tasas de Estados Unidos y Canadá (4 y 5 por cada cien mil) a un escandaloso 24 por cada cien mil.(2)
La pregunta no contestada sigue ahí: por qué esta espiral de muerte en un cielo razonablemente despejado. El hecho central es, desde luego, la declaración de la guerra al narcotráfico y al crimen organizado hecha precisamente en 2007 por el gobierno de México y el despliegue correspondiente de la fuerza pública.
Fernando Escalante Gonzalbo ha ofrecido la explicación más compleja de las consecuencias de esta decisión y, por ello mismo, la más difícil de historiar. Según Escalante, la guerra del estado contra el crimen, iniciado con el operativo militar del ejército en Michoacán al empezar el año 2007, fracturó un territorio regido por previos acuerdos de tolerancia y contención de la violencia, rompió códigos funcionales no sólo de la violencia de los narcotraficantes y sus bandas, sino de muchos otros grupos, vecinos e inquilinos del submundo de la violencia legal. Aquella decisión echó al espacio público la propia máquina violenta del Estado, que se desplegó sobre estados y municipios en innumerables operativos de ocupación territorial: retenes, batidas, redadas, enfrentamientos y persecuciones. El choque de la máquina de la violencia legal del estado con las redes ilegales, no sólo del narco sino también del crimen organizado y el desorganizado del país, abrió un espacio de choques y secuelas de violencia en lugares no buscados. La intervención del estado multiplicó la violencia y la contraviolencia de muchos actores, invisibles o latentes hasta entonces, pero de pronto amenazados e inducidos a una mayor violencia por el mismo aumento geométrico de esta.(3)
Complementaria de esta explicación es la de Eduardo Guerrero sobre la estrategia misma de la guerra que fue fragmentar a las grandes bandas del narcotráfico para volverlas pandillas más manejables, aunque acaso más violentas, que pudieran ser neutralizadas en el ámbito local. La política de descabezamiento de las organizaciones criminales fue un surtidor de violencia, debido a la lucha interna por el poder que seguía al descabezamiento y por la agresión de las bandas rivales suponiendo débil a la descabezada. Algo semejante, aunque de menor intensidad, producía cada gran decomiso de cargamentos de drogas prohibidas. Era atribuido por los afectados a complicidades de las bandas rivales con la autoridad o a delaciones internas. En ambos casos había que extender castigos ejemplares que no eran otra cosa que ejecuciones.(4)
Todo empieza en el narcotráfico pero no todo regresa a él. Al principio, hasta los años cuarentas del siglo pasado, el narcotráfico tiene en México la forma de redes familiares toleradas, cuando no organizadas, por políticos y autoridades locales. Para los años ochentas del siglo pasado, cuando se cierra la ruta del Caribe y México se vuelve un lugar de paso alternativo a la cocaína colombiana, el negocio crece. Adquiere la forma de una primera red monopólica, análoga a la del poder hegemónico del Estado, en cuyo seno el narcotráfico tiene cómplices del tamaño de la policía política del régimen, la Dirección Federal de Seguridad, radicada en la secretaría de Gobernación, cuyos comandantes muestran a los jefes del narco sinaloense el camino de la ciudad de Guadalajara, y apadrinan su traslado en los años ochentas.(5) La hegemonía sinaloense es desmontada por el propio Estado, en los mismos años ochenta, a raíz del asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena, en 1985, precisamente en Guadalajara. El asesinato crea un problema diplomático y convierte en persecución la antigua tolerancia y la antigua complicidad con los narcos. La destrucción del incipiente monopolio, cuyo líder es un antiguo policía, Miguel Ángel Félix Gallardo, deja en el negocio un escenario de bandas rivales, hijas de la misma mata. Desde la prisión, Félix Gallardo convoca a un encuentro en Acapulco para que sus bandas herederas se repartan pacíficamente el negocio. El reparto encumbra a personajes menores que con el tiempo serán legendarios del narcotráfico mexicano:. Los hermanos Arellano Félix reciben Tijuana, Sinaloa es para Ismael El Mayo Zambada Héctor El Güero Palma y Joaquín El Chapo Guzmán; Ciudad Juárez para Amado Carrillo, el futuro Señor de los Cielos, y Tamaulipas para la banda del Golfo, un gang de viejos contrabandistas que incursiona en el narcotráfico tarde, a final de los ochentas, aprovechando justamente el vacío sinaloense,
Volveré con detalle al momento de la creación de los Zetas, pero la explicación de su impacto requiere un contexto.
Al empezar el siglo XXI, diversos hechos convergen para debilitar al Estado y potenciar la guerra de las bandas.
El año 2000 es el de la primera alternancia pacífica en el poder que registra la historia de México. Termina ahí la hegemonía del PRI y aparece la realidad institucional que esa hegemonía encubre, a saber: la de un gobierno débil si no cuenta con las facultades extralegales que lo hacían fuerte en los hechos. Buena parte de su eficacia era su arbitrariedad. La pluralidad del congreso, donde el nuevo gobierno federal es minoría desde 1997, y la permanencia en la mayor parte de los gobiernos locales de gobernadores de origen priista, agudiza la debilidad federal y da lugar a formas extrañas de autonomía política en los estados. La naciente democracia mexicana ve propagarse una forma de federalismo en la que los estados son menores de edad en dos cuestiones centrales del gobierno: cobrar impuestos y aplicar la ley. Cuando se trata de contener a las bandas del narcotráfico en su expansión territorial, los gobiernos locales --sus policías, sus aparatos de seguridad y de procuración de justicia-- son fáciles presas del terror y del dinero.
Sobre esta debilidad institucional, crece la tormenta perfecta de la guerra contra él, alimentada por los siguientes hechos:
1. 1995. Estados Unidos adopta una política de sellamiento de su frontera sur. Se propone cerrar el paso de dos de las cosas que más compra de México: droga y mano de obra, ambas prohibidas. Entre 2001 y 2008 Estados Unidos duplica el número de agentes de la Patrulla Fronteriza. El cruce de la frontera se vuelve más duro y más caro. Se duplica también el número de migrantes que mueren queriendo cruzar por lugares cada vez más peligrosos: 263 en 1998, 463 en 2012. La política de sellamiento incluye la de deportación. Durante el último gobierno de George Bush el número de mexicanos deportados crece hasta los 400 mil por año. Como parte de esa ola, entre 2002 y 2008 aumentan 35 por ciento las deportaciones de presos mexicanos que purgan condenas en cárceles estadounidenses. Un número creciente de ex convictos sin oficio ni beneficio, es soltado en las ciudades fronterizas mexicanas, bullentes de ofertas criminales. Cien ex convictos son soltados cada año en las calles de Ciudad Juárez.
2. 2004. Estados Unidos levanta el embargo de armas de asalto que pende sobre su industria riflera. A partir de ese año pueden comprarse muy baratos rifles de alto poder en las ocho mil armerías de la frontera. El poder de fuego de las bandas del narcotráfico crece exponencialmente con esta medida. Miembros de la patrulla fronteriza y del ejército mexicano son sorprendidos en más de una ocasión por la inesperada superioridad del armamento de las bandas criminales.
3. 2006. El gobierno colombiano aumenta sus decomisos de cocaína en 65 por ciento. Como consecuencia de la escasez, durante los siguientes dos años se duplica el precio de esta droga, la más rentable del mercado, que se vuelve a la vez más atractivo, más complicado y más violento que nunca para los competidores.
Las guerras del cártel de Sinaloa son las más mortíferas, explican 67 por ciento de las ejecuciones de aquellos años: más de 40 mil muertes.(7) Pero el grupo criminal que cambia el eje de las cosas y hace la diferencia para la sociedad mexicana, es el de los Zetas.
Conviene detenerse en la gestación de Los zetas porque introducen en las guerras del narco una forma de control territorial inexistente hasta entonces. De su modus operandi derivará un método de captura criminal de los gobiernos locales y, como consecuencia de ésta, una captura de la sociedad local, mediante diversas formas de amedrentamiento, control social, despojo, secuestro y un sistema de pago de cuotas y derechos que envidiaría el sistema impositivo de cualquier estado. Este es el eslabón último del crimen, el lugar donde habría que dejar de llamarlo crimen pues empieza a ser otra cosa: no el estado paralelo de que nos hablan las historias de la mafia siciliana, sino una especie de propietario sustituto del estado, en particular de sus formas municipales. Los Zetas son la organización criminal que inicia este camino de captura de los gobiernos locales ya no por la complicidad interesada, aquiescente o temerosa de estos, sino por su poder de coacción directa sobre el espacio público y sus instituciones. El lugar de la república donde llegó a sus últimas consecuencias este proceso fue Michoacán y, según muestran los acontecimientos recientes, su vecino estado de Guerrero.
Los Zetas nacen como una guardia personal del jefe del Cártel del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén, un pequeño contrabandista de cocaína, dueño de un taller mecánico, que fue escalando el mando del Cártel conforme sus cabecillas eran presos o asesinados, alguno de ellos por el propio Osiel. Para no negar el dicho de que hampa y crimen son caras de la misma moneda, se dice que quien hace entrar en el negocio del narcotráfico al Cártel del Golfo, hasta entonces sólo una máquina de contrabando tradicional, es el comandante José González Calderoni, personaje inverosímil de las guerras mexicanas del narco. Entre los hechos de su leyenda se cuenta el haber detenido al capo Miguel Ángel Félix Gallardo, hasta ese momento, 1989, su cómplice y amigo. Se dice que González Calderoni mantenía con su dinero una nómina paralela de policías en la Procuraduría General de la República, donde fungía como un comandante más. Se dice que estuvo presente en la reunión convocada en Acapulco por el propio Félix Gallardo, ya preso, para definir los territorios que heredarían sus bandas filiales. En esa reunión González Calderoni habría reservado para sí, y para otro comandante, Carlos Aguilar Zárate, veterano de la Operación Cóndor de los años setentas, el territorio tamaulipeco, con su generosa red de pequeñas y grandes ciudades fronterizas: Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros, Ciudad Alemán.
Chava y Osiel se quedan con el campo en pie de igualdad, aunque Chava procede como pareja dominante. Somete a sangre y fuego a los grupos criminales sueltos del estado, controla la prensa, intimida y compra. Osiel establece el canal de paso de la cocaína que viene de Colombia, cruza Centroamérica, entra por Chiapas, sube por Veracruz, llega a la frontera y pasa al otro lado. En el año 2009, un kilo de coca pura vale 2 147 dólares al salir de Colombia. Al llegar a una ciudad fronteriza estadounidense, vale 34 700 y 120 mil en las calles de Nueva York.(10)
Osiel y Chava son buena mancuerna. “Medio Tamaulipas es de Osiel y la otra parte del Chava Gómez”, dice Ricardo Ravelo, autor de un muy legible retrato de Osiel Cárdenas. Juntos, Chava y Osiel dominan Tamaulipas por dos años, 1996-97, sin que nadie lo sepa. Juntos caen presos por azar en 1998 sin que nadie comprenda lo que ya son. Juntos se escapan de una casa de arraigo de la Siedo en la ciudad de México y regresan al dominio invisible de su feudo. Pero el celo ha tomado ya su lugar entre ellos. Chava actúa como jefe y pide constantes sumas de dinero a Osiel, como a un subordinado. “Oye compadre, necesito que me mandes cincuenta mil dólares por favor”, dice Chava por el teléfono. “Está bien, compadre. Te los mando este mismo día”, responde Osiel. Pero al colgar dice a su séquito. “Mi compadre ya me tiene hasta la madre. Me exige como si él no pudiera generar ingresos”.(11) Chava pide a Osiel que le entregue el control de Reynosa. Osiel se resiste, no está dispuesto a trabajar como empleado de Chava. Empieza a creer que su resistencia hará que Chava lo traicione. Pensar que lo traicionan es una especialidad de la cabeza de Osiel. Confiesa su temor a un agente federal, ex soldado, a quien tiene en su nómina en la ciudad fronteriza de Miguel Alemán. El agente federal se llama Arturo Guzmán Decena, un teniente del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales, GAFE, cuerpo de élite del ejército destacado con funciones policiales en la frontera de Tamaulipas. Guzmán Decena propone a Osiel crearle una guardia pretoriana formada por militares que lo protejan de Chava y de todos. Osiel acepta y da el siguiente paso en su cabeza: debe matar a Chava Gómez. Osiel Cárdenas se somete a una cirugía plástica en Jalisco para ponerse pelo y hacerse la barba partida, razón por la cual no acude al bautizo de su hija en Tuxpan, Veracruz. Deja los preparativos en manos del propio Chava Gómez, padrino de bautismo de la creatura. Repuesto de la operación, Osiel se cita con Chava en el puerto de Mezquital, un punto del sistema lagunario de Tamaulipas al que llevan droga en lancha desde las costas de Veracruz. Osiel recoge a Chava Gómez en el muelle de Mezquital y lo sienta en el lugar del copiloto de la camioneta que él maneja. En el asiento de atrás viaja Guzmán Decena. Todos son bromas y risas en el trayecto hasta que Guzmán Decena saca una pistola y le dispara a Chava en la cabeza. Los gatilleros de Chava que vienen atrás son asesinados. El cuerpo de Chava es tirado en un zacatal con una pistola en la mano para sugerir que fue muerto en un tiroteo. Nadie encuentra el cuerpo sino tres días después, cuando un lugarteniente de Osiel llama a un periódico diciendo dónde está. El rumor de la verdadera historia de la muerte de Chava Gòmez le gana a Osiel el apodo de “El Mata Amigos”.(12)
Me detengo en estos detalles de la conducta criminal porque sus raptos y desmesuras me parecen inherentes a la naturaleza del fenómeno. Sin asomarse aunque sea un momento al interior violento y caprichoso de los jefes criminales, es imposible entender la lógica a menudo atrabiliaria del narco, sus cadenas causales impredecibles y la profundidad de las consecuencias que pueden derivarse de un arranque de cólera o de la hipótesis de una traición. Osiel Cárdenas Guillén es un paranoico pero es también un estratega. Sueña con un imperio criminal, y lo va construyendo, Asegura de sus pares colombianos el abasto de cocaína, extiende su red de policías compradas a todas las plazas por donde pasa su mercancía desde Centroamérica, forma una red de abogados y una cadena de periodistas que callan y hablan lo que les pide. Es clara su necesidad de una red de sicarios que le permita hacer todo esto: expandirse y defenderse, pues la guerra de las bandas de principios de siglo incluye la batalla contra el Cártel del Golfo. Los Zetas se expanden con el imperio criminal de Osiel bajo la guía de Guzmán Decena. En julio de 1998, cuando Osiel confiesa sus temores a Guzmán Decena y acepta que le forme un círculo de protección, el militar deserta de su puesto y procede a crear la guardia del capo. Contrata a miembros del Gafe y de otros cuerpos del ejército: el 7º. Batallón de Infantería, el 15 Regimiento de Caballería Motorizada. Los bautiza como Zetas y a sí mismo como Z- 1, en recuerdo, se dice, de que los primeros que acudieron a su llamado estaban adscritos a la base Zeta de la ciudad de Miguel Alemán, cuna criminal de Osiel Cárdenas y lugar de encuentro de este con Guzmán Dedcena, el Z-1.
El Tísico ha tenido un problema personal con Armando Valencia, uno de los jefes del Cártel del Milenio. Su esposa Inés Hernández Osecguera, con quien El Tísico ha tenido un hijo, se ha puesto a vivir con Valencia, a quien le ha dado otro hijo. El Tísico ha roto entonces con el Cártel del Milenio y ha creado La Empresa y ofrecido a Osiel Cárdenas y al Cártel del Golfo una base de entrada a Michoacán.(19) Los Zetas entran a Michoacán de la mano de La Empresa. pero se toman pronto todo el cuerpo. Establecen su base en Apatzingán, corazón de la Tierrra Caliente, y se despliegan sobre la zona. Es un despliegue particularmente violento que desplaza al Cartel del Milenio, con cien ejecutados en dieciocho meses y el control sobre la región, la ruta y el puerto Lázaro Cárdenas ambicionado por Osiel Cárdenas. Las extorsiones crecen como plaga sobre productores de aguacate y limón, muy prósperos en la Tierra Caliente, pero también sobre otros negocios, grandes y pequeños que engrosan “las filas de contribuyentes forzados del impuesto zeta”.(20) En 2002 matan a Guzmán Decena, con relativa facilidad para tratarse de quien se trata: mientras come en un restorán de mariscos. Pero los Zetas siguen, ahora bajo el liderato, más impersonal y temible aún, de Heriberto Lazcano, el Lazca, cuya fama sanguinaria no hace sino crecer.
En el año 2003 cae preso Osiel Cárdenas en una historia digna a la vez de la tragedia clásica y de una mala novela moderna: una gitana le lee la mano y le dice que alguien cercano habla mal de él. El único cercano que hay en el entorno de Osiel, que vive en eterna fuga, es su valet y amigo Paquito, de quien empieza a sospechar. Cuando Paquito descubre que Osiel sospecha de él, sabe que irremisiblemente lo matará. Se entrega a las autoridades como testigo protegido y les da las claves para detener a Osiel, entre ellas su hábito de hablar todos los días con su familia en Matamoros y los números de los treinta teléfonos celulares que el propio Paquito ha organizado para que su jefe y amigo hable por uno distinto cada día y sea inmune a las intervenciones telefónicas.(21)
Al momento de la detención de Osiel Cárdenas, los Zetas son ya 300. No sólo militares de élite también sicarios selectos de otras procedencias, pero todos con la disciplina del origen. Máquinas disciplinadas de matar. La prueba de que hay ese nuevo actor mortífero en las guerras del narco llega para los enemigos del Cártel del Golfo en el año de 2004, cuando el Cártel de Sinaloa, luego de un reagrupamiento y algún pacto con el Cártel de Juárez, decide tomar la plaza de Nuevo Laredo para dar inicio a la conquista de Tamaulipas. El jefe del brazo armado del cártel sinaloense, Arturo Beltrán Leyva, recluta pandilleros de la frontera y miembros de los temidos maras salvatruchas para asaltar Nuevo Laredo. En enero de 2004 hay más de cien asesinatos en la ciudad fronteriza. Más de 600 en todo el estado de Tamaulipas ese año. Casi todos del lado de los invasores.
Los Zetas explican a sus rivales la razón de los muchos cadáveres que aparecen tirados en las calles de Nuevo Laredo. Dejan una manta que dice: “Chapo Guzmán y Arturo Beltrán Leyva. Manden más pendejos como estos para seguirlos matando”.(22) La masacre de Nuevo Laredo deja claro que los temibles sicarios de las guerras previas nada tienen que hacer en la era de los Zetas. Se trata, dice Guillermo Valdés, de “un verdadero punto de inflexión en la historia de la delincuencia organizada en México: el de organizaciones criminales apoyadas en verdaderas maquinarias para matar”.(23) La epidemia criminal de Nuevo Laredo produce el primer operativo de ocupación militar y policiaca de una ciudad: la operación México Seguro, del año 2005, último de la presidencia de Vicente Fox. Será el modelo de intervenciones posteriores, en particular la de Michoacán, de 2007.
En octubre de 2004, en otro escenario, aunque en una vía paralela del conflicto que estallará años más tarde, es detenido Carlos Rosales, El Tísico, jefe de La Empresa michoacana. Sus herederos, Nazario Moreno, El Chayo, y José de Jesús Méndez, el Chango, descubren al subir en la escala que la cuenta de sus negocios con Los Zetas les son desfavorables. El grueso de las rentas criminales va para Tamaulipas o se queda en Los Zetas. En particular parece haber una disputa por las rentas del puerto Lázaro Cárdenas, la verdadera gallina de los huevos de oro de la ocupación de Michoacán.(24) Al liderato de El Chayo Moreno y el Chango Méndez, se ha incorporado en esos años Servando Gómez, La Tuta, profesor normalista cercano a las células del llamado Ejército Popular Revolucionario, un linaje resistente de la guerrilla de los setentas que sobrevive en la montaña de Guerrero y en la Tierra Caliente michoacana.
El Chayo, el Chango y La Tuta diseñan su separación de Los Zetas con singular astucia. A mediados de 2006 formalizan el nacimiento de una nueva organización llamada La Familia Michoacana, cuyo objetivo es expulsar a los Zetas de la Tierra Caliente. La oferta criminal de La Familia Michoacana es increíble en sus términos y sorprendente en su efectividad: una mezcla de redentorismo social, patriotismo michoacano, exaltación religiosa, autoridad sustituta y terror criminal. La resume Eduardo Guerrero:
Servando Gómez La Tuta consideraba que un elemento clave para el éxito de La Familia Michoacana era construir una relación armónica con las comunidades basada en la cooperación y en una lógica de beneficios mutuos, sin terror ni amenazas. Nazario Moreno fue especialmente receptivo a las ideas de La Tuta, a las que les imprimió un carácter evangélico de salvación personal. Justificaron sus acciones bajo la idea de que obedecían a una moral superior. Mediante un discurso que combinaba elementos de reivindicación social, evangelismo y exaltación de la identidad regional, esta nueva organización se presentó en las comunidades de Tierra Caliente como aquella que los liberaría de la opresión de Los Zetas. El elemento clave que permitió a La Familia Michoacana contar con una base social fue su capacidad para distribuir bienes y servicios. Para lograrlo el cártel puso en práctica una estrategia novedosa, pues además de construir una amplia red de vínculos con la policía municipal, extendió su presencia en las áreas de desarrollo social y obra pública de los ayuntamientos. De esta forma, las comunidades veían recompensada su colaboración mediante la construcción de un hospital, la pavimentación de una calle o el acceso a agua potable y a La Familia le permitió presentarse como una “autoridad” más eficaz para responder a las demandas sociales que el mismo gobierno.(25)
Durante los siguientes años, hasta la rebelión de las llamadas autodefensas de la Tierra Caliente en el año 2013, la Familia ejercerá sobre Michoacán el modelo Zeta de control y expoliación territorial, pero con una dimensión completamente nueva en la guerra del narco, la del control político y la solidaridad social del territorio. En 2009 algunos miembros de la organización dicen ser nueve mil hombres armados, todos con adoctrinamiento religioso en la funambulesca religión inventada por Nazario Moreno y resumida en un su libro Pensamientos. Muchos de cuyos pasajes, dice Ioan Grillo, que lo ha tenido en sus manos “tienen ese estilo de autoayuda evangélica que puede oírse en sermones que se pronuncian desde Misssissipi hasta Río de Janeiro”.
Por ejemplo:
Le pedí a Dios fuerza, y me dio dificultades para hacerme fuerte. Pedí sabiduría, y me dio problemas para resolver. Pedí prosperidad, y me dio cerebro y músculo para trabajar.(27)
A plata y plomo, dice Eduardo Guerrero, la Familia se hace de lealtades en todos los ayuntamientos. Si el funcionario no accede a colaborar a cambio de una cuota o se descubre que trabaja para Los Zetas o el Cártel del Milenio, es eliminado. Sólo en 2006 son “ejecutados en Tierra Caliente un total de cinco directores y un subdirector de seguridad pública municipal, un comandante y siete policías municipales, presumiblemente por no alinearse con La Familia Michoacana”. El control llega a ser tan efectivo que Servando Gómez, La Tuta, puede hacer una asamblea de presidentes municipales para no tener que hablar uno por uno con ellos. Les dice que todos deben pagar “diezmo”, es decir, un porcentaje fijo de la nómina municipal y otro tanto del destinado a obras públicas.(28)
Rafael García, presidente municipal de Coalcomán, describe la captura de esos años:
Cuando yo ingresé a la administración, el primer mes de enero, tuvimos una reunión en Las Bateas, en Apatzingán. Ahí se nos dijo que finalmente les teníamos que dar el diezmo de lo que era del ramo de obras, y aparte de lo que se consiguiera, ya fuera obra convenida u obra federal. No había necesidad de que nos dijeran los vamos a matar, vamos a secuestrarlos, era por demás. Mientras estuviéramos pagando no había amenaza, todos felices y contentos. La policía municipal nos la tenían sometida, yo no mandaba. A mí me mandaban a través de los comandantes de la policía municipal. Es una gran presión sobre todo de la población, con la gente que tú te comprometiste de que vas a hacer obra y programas sociales y no poder hacerlo. Es que tú estás metido, estás coludido pero ¿yo qué hago? El que se atrevió a ponerles el dedo ya no está aquí.(29)
El dominio sobre la economía local y sus rentas, es efectivo también. A semejanza de lo que hace con los alcaldes, Servando Gómez, La Tuta, puede convocar a una asamblea de productores de aguacate, limón o ganado, para fijarles las cuotas que van a pagar por sus huertos y ranchos. Más tarde tendrán el control directo de los huertos y dirán cuánto y cuándo puede cosechar cada quien.
La Familia Michoacana y luego los Caballeros Templarios, alcanzan también un grado de solidaridad social y de respaldo a sus métodos sin antecedentes en otras organizaciones criminales, entre otras cosas garantizando la seguridad, ejerciendo funciones de policía y protección contra otras bandas, en particular Los Zetas. Es el momento culminante de lo que se ha llamado la pax narca: ser los criminales más eficaces y confiables que la autoridad en materia de seguridad pública.
Fátima Monterrosa, reportera del programa noticioso Punto de partida, tuvo una experiencia directa de este fenómeno una noche de agosto de 2013, en Tumbiscatío. En la madrugada tocaron a su puerta y era Servando Gómez, La Tuta, líder de Los Templarios. Le dijo que quería hablar, darle una entrevista. A la mañana siguiente, a plena luz del día y con la gente reunida, se presentó La Tuta en la plaza central de Tumbiscatío. Quería que lo grabáramos, que fuéramos testigos de cómo lo recibía la gente. Una niña se apresuró a besarle la mano, lo llamó padrino. La Tuta, con una pistola al cinto con incrustaciones de metales y piedras, saludaba y ordenaba. Las mujeres competían por ganar su atención, pedían dinero, favores, lo halagaban. La presencia de la cámara no las disuadió.(30) En el entorno de la pax narca, las fuerzas federales que actuaban en Michoacán terminaron siendo vistas como “fuerzas de ocupación”, en parte, dice Denise Maerker, porque el enfoque general de la intervención policiaca y militar se planteó en términos tajantes de buenos y malos, de federación contra estado, de delincuentes y sospechosos locales contra incontaminados miembros de las fuerzas federales.(31) Sigue Denise Maerker:
Plantearse el problema del crimen organizado y de su arraigo en Tierra Caliente como un asunto de buenos contra malos fue uno de los errores del gobierno de Felipe Calderón. Vistos desde afuera, sin un conocimiento de la zona y de su historia, todos los habitantes de la región podían entrar en la definición de malos.
De la Tierra Caliente michoacana haa escrito el historiador Luis González y González que es un “infierno fértil” donde la gente sabe “matar y morir sin aspaviento”. Es una de las zonas frágiles, indomesticables de México, refugio histórico de guerrillas y delincuentes desde la Independencia.(32)
No obstante su identificación con el entorno, en muchos sentidos su condición de pez en el agua, la Familia Michoacana y luego Los Caballeros Templarios, son ante todo una organización criminal. Su estructura organizativa, como se ha dicho, procede de Los Zetas,(33) pero ellos añaden a la brutalidad Zeta su propia dimensión feroz. Más que elocuente al respecto es el testimonio de un instructor de reclutas de La Familia llamado Miguel Ortiz, El Tyson, detenido en 2010. El Tyson cuenta a sus interrogadores que una noche, en un monte próximo a la ciudad de Morelia, le reunieron a cuarenta reclutas de La Familia para que los entrenara como sicarios. Junto con los reclutas le llevaron unos prisioneros Zetas. “Los pusimos a que los mataran, los degollaran, los destazaran”, dice el Tyson, para que fueran “perdiendo el miedo a cortar una pierna, un brazo”.
Usamos un cuchillo de carnicero de unos treinta centímetros, un machetito... No es fácil porque hay que cortar el hueso y todo, pero se busca que sufran para que pierdan el miedo a ver sangre. [En descuartizar una víctima tardan] aproximadamente diez minutos. Es mucho, puede durar mucho menos, pero ahí se van poniendo a prueba los muchachos, para que no se pongan nerviosos. Aproximadamente duran diez minutos. [Yo tardo] tres, cuatro minutos”. Uno de los interrogadores, citado por Grillo, añade un detalle de cotidianidad siniestra. Los nuevos reclutas se mostraban “particularmente aptos para despedazar cadáveres porque muchos miembros de la primera etapa eran carniceros. Los reclutas posteriores, trabajaban por lo general en taquerías”(34) La Familia Michoacana da el salto cualitativo que sigue al de Los Zetas en la historia reciente del crimen organizado de México. Como Los Zetas, los miembros de La Familia Michoacana son sicarios profesionales, disciplinados, con una estructura paramilitar, y ejercen una captura territorial y expoliadora de su entorno. Pero su captura va más allá de la extracción de rentas. Llega al control político y social. Es la captura no sólo de las rentas, sino de la autoridad, de los gobiernos locales y de la sociedad: la forma más penetrante y compleja que haya alcanzado nunca el crimen organizado en el país. Este salto cualitativo del dominio criminal se da en otros sitios de la república, es parte de la lógica de la guerra contra las drogas. Pero en ningún trayecto es más nítido como en el que va del Cártel del Golfo a Los Zetas a la Familia Michoacana y a la sucesión de esta, Los Caballeros Templarios.
Los Caballeros Templarios conservan y amplían el dominio sobre Michoacán que tuvo La Familia. Lo hacen visible en las elecciones estatales del 2011 con intimidación a actividades proselitistas, bloqueos carreteros para evitar acceso a casillas y un caudal extra de 26 mil votos, totalmente fuera del patrón de votación de la Tierra Caliente, que da el triunfo al candidato del PRI.
Epidemias de violencia en el Norte del país, particularmente en Nuevo León, por una nueva etapa de la guerra intestina de las bandas, ahora de Los Zetas contra su organización madre, el Cártel del Golfo, distrae la atención federal de Michoacán y permite la consolidación del dominio de los Caballeros Templarios en ese extraño clima de estabilización e incluso baja de la violencia que suele darse cuando un grupo criminal tiene dominio cabal sobre un territorio: la pax narca. La guerra contra el narco nos ha enseñado que falta de violencia no quiere decir ausencia de dominio criminal. A veces quiere decir lo contrario: dominio pleno.
Ambas experiencias se dan en el contexto de un aumento de las cuotas y las conductas predatorias de los tenmplarios al parecer por un descenso de las rentas venidas del narcotráfico. Escribe Denise Maerker: En un dato coinciden todos los testimonios. A partir del 2010 se empieza a incrementar la actividad de extorsión de los grupos criminales en la zona. El relato del doctor Mireles refiere que el negocio del tráfico de drogas se les empezó a dificultar y los criminales se volcaron sobre una población indefensa y relativamente rica para extraer recursos y compensar sus pérdidas. ¿Qué fue exactamente lo que pasó? Es difícil decirlo y no tenemos aún información suficiente para concluir en una causa determinada. Surge naturalmente como hipótesis la guerra emprendida por el gobierno de Felipe Calderón contra el tráfico de drogas. Ya sea porque cortó los contactos entre diferentes grupos o porque volvió complicado o imposible el trasiego en un corredor determinado hacia el norte y Estados Unidos. En enero de este año, dentro de los aparatos de seguridad del gobierno, se consideraba que Los Caballeros Templarios acabaron obteniendo sólo el 30% de sus ingresos del tráfico de drogas, lo demás era producto de los secuestros, de la extorsión, de la producción agropecuaria y de la actividad minera.
El levantamiento de los autodefensas de la Tierra Caliente, en buena medida bajo la protección o la tolerancia del ejército y la policía federal, desembocó en una nueva intervenciòn federal en toda forma en Michoacán, a principios de 2014, mediante el nombramiento de un Comisionado con amplios poderes que desplazó al gobierno local y arbitró lo que parecia una inminente guerra entre los Caballeros Templarios y las autodefensas. La intervención, con un un acento menos militar y más político que las anteriores, pareció devolver al estado un horizonte de tranquilidad pública ajena a la lógica de la pax narca.
Referencias:
1-Steven Pinker. The Better Angels of our Nature: Why Violence Has Declined. New York, Viking, 2011. No sé si si es exacta para referirse a este fenómeno la palabra insurgencia utilizada por Ioan Grillo en su magnífico libro sobre el narco, o la expresiòn narcoinsurgencia, utilizado por lapor la secretaria de estado Hillary Clinton, en algún momento de su gestión (6 de septiembre de 2010), pero alude también a la dimensión extra o supracriminal del problema. Ioan Grillo: El Narco. En el corazón de la insurgencia criminal mexiana. México, 2012, Ediciones Urano. El título original inglés: El Narco. The Bloody Rise of Mexican War Cartels. Bloosbury, London, Berlin, New York, Sidney, 2001.
2-Fernando Escalante Gonzalbo El homicidio en México entre 1990 y 2007. Aproximaciòn estadística. México, Secretaría de Seguridad Pública, 2009; “La muerte tiene permiso”, Nexos, enero 2011 Eduardo Guerrero) Guillermo Valdés: Historia del narcotráfico en México. México, Aguilar, 2013,pp. 400 y ss
3-Fernando Escalante. “Crimen organizado. La dimensiòn imaginaria”. Nexos, octubre 2012.
4-Eduardo Guerrero Guitiérrez: “La raíz de la violencia”, Nexos, enero 2011.
5-Guillermo Valdés: Historia …, pp. 91 y ss., Elaine Shannon: Desperados. Latin Drug Lords. U.S. Lawmen, and the War America can’t Win Neew York, Viking, 1988. Pp. 107 y ss.
6-Un análisis de hechos y procesos convergentes al fenómeno en Alejandro Hope: “Violencia 2007-2011. La tormenta perfecta”, en Nexos, noviembre 2007.
7-Guillermo Valdés: Historia…., p. 408
8-Termina también en esos años la actividad de González Calderoni, quien en 1994 desaparece de la luz pública huyendo de una orden de aprehensión.. Reaparecerá como testigo protegido de la justicia estadounidense. En esa calidad es asesinado años más tarde, en febrero de 2003, en la ciudad de MacAllen, de un tiro al cuello, mientras manejaba su automóvil luego de una visita a su abogado. La historia de González Calderoni en Valdés, Historia...pp. 208 y ss., y en las notas periodísticas “Matan en EU a Guillermo González Calderoni.Vivía en McAllen como informante de la DEA”, La Jornada 6 de febrero de 2003 “La caída del comandante”, El país, 20 de febrero
9-La pequeña historia de este dúo en Valdés, Historia... pp. 245 y ss.y Ricardo Ravelo: Osiel. Vida y tragedia de un narco. México., Grijalbo, 2009, pp.91 y ss.
10-Ioan Grillo, El narco.... p. 222
11-Ravelo, Osiel… p 135).
12-Ravelo:Osiel... Pp.137-39
13-Ravelo, Osiel... p. 102. Valdés, Historia...p. 256,
14-Los Zetas funcionan también al principio como una red de espionaje interno sobre la lealtad de los propios cuadros. Osiel Cárdenas premia a quienes pasan la prueba y mata a quienes piensa que lo traicionan o pueden traicionarlo. Cárdenas puede haber ordenado la muerte de hasta sesenta personas, muchos de ellos miembros de su organización. Valdés: Historia... pp 254-256; Ravelo: Osiel... pp.172 y ss.
17-Ravelo, Osiel...,p. 189.
18-Eduardo Guerrero: “La dictadura criminal”, Nexos abril, 2014-10-17. “¿Quién es El Chango Méndez?.”, Excélsior, 7 de enero de 2013.
19-Leticia Pineda, “La autodefensa de Aguililla”, Nexos, abril 2014).
20-Valdés, Historia... p. 267
21-Ravelo, Osiel..., p 195 y siguientes.
22-Ioan Grillo El Narco... p. 211.
23-Valdés, Historia..., p. 257
24-“Quién es el Chango Méndez?”, Excélsior, enero 2013.
25-Eduardo Guerrero: “La dictadura criminal”, Nexos, abril de 2014.
26-“El despliegue de elementos de las agencias federales de seguridad tuvo el efecto de contener el conflicto entre Golfo/Zetas y La Familia Michoacana. La primera organización, a pesar de contar con mayores recursos, fue la más golpeada durante los primeros meses del operativo conjunto. En 2007 fue detenido Cipriano Mendoza Contreras, líder del Cártel del Golfo en Michoacán. Aunque en los siguientes años Los Zetas continuaron enviando células de sicarios para atacar a La Familia Michoacana, a partir de entonces no tuvieron una presencia fija en el estado. Por lo tanto, además de atemperar la violencia, el operativo conjunto tuvo también el efecto de consolidar la posición de La Familia como la organización criminal predominante en Michoacán”. Eduardo Guerrero: La dictadura criminal, loc. cit.
27-Ioan Grillo, El Narco..., pp. 310, 312
28-Eduardo Guerrero, “La dictadura...”, loc- cit.
29-Denise Maerker: “Auxilio, ¡Dónde está e estado?”, Nexos, abril de 2014.
30-Ibid.
31-“Así los empezó a ver en poco tiempo la Federal. Nadie se salvaba, ni los presidentes municipales, ni los policías locales, ni los comerciantes, ni los limoneros, ni los aguacateros, ni los ganaderos, menos los dueños de bares y las prostitutas. Y en efecto la inmensa mayoría tenía o había tenido tratos con miembros de La Familia o de Los Templarios. Se podía fácilmente documentar reuniones de los presidentes municipales con líderes de La Familia o de Los Templarios en sitios apartados”. Ibid.
35-“Varios mensajes atribuidos a La Familia Michoacana se dirigían en contra de Valdemar Alvarado Benítez El Rufo, líder de una célula de sicarios de Los Zetas que operaba de forma intermitente en Michoacán durante 2009 y 2010”. Eduardo Guerrero, “La dictadura....”, loc-cit.
36-Guerrero: “La dictadura criminal”, loc.cit.
37-Un jefe clave, El Chango Méndez, se separa de Los Caballeros Templarios y sigue con la etiqueta de La Familia para operar en adelante con el apoyo de Los Zetas. La batalla entre los nuevos Caballeros Templarios y la vieja Familia Mexicana terminará con la detención de El Chango Méndez el 21 de junio de 2011. La caída de Méndez fragmenta su organización en pequeñas bandas, algunas de las cuales se unen a los a los Caballeros Temprarios, otras al Cártel del Milenio que sigue operando desde Jalisco, otras más se establecen en municipios vecinos de los estados de México y Guerrero.. Eduardo Guerrero, “La dictadura criminal”, loc. cit.
38-Eduardo Guerrero: “La raíz de la violencia”, loc. cit.. A propósito del estallido criminal de Iguala, que dejó un saldo de seis muertos y 43 desaparecidos en una sola noche de complicidad policiaca y ejecuciones bárbaras de los dueños narcos de la plaza, incluida en ella la presidencia municipal, el propio Eduardo Guerrero ha escrito: “Las organizaciones criminales han reducido su presencia visible en las zonas metropolitanas y al parecer están cocentrando susn operaciones (al menos las que generan más violencia, como la extorsión) en ciudades pequeñas y en el ámbio rural”. Esto, añade Guerrero, “supone un riesgo en el largo plazo para la gobernabilidad en amplias zonas del país, pues fuera de los grandes centros urbanos las instituciones tienden a ser más débiles, la cobertura de los medios de comunicacióbn es menor y la poblaciòn tiene menos recursos y alternativas para hacer frente a amenazas”. “Guerrero, la crisis que se anunciaba”,Revista Nexos, noviembre 2014 (en prensa). Tomado de envío de escenarios alternativos