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jueves, 17 de marzo de 2011

HISTORIAS (4)

El mundo está plagado de alcahuetes y criminales y en un lugar del hemisferio sur, de algún país de África o de América, que trato de no recodar pasó lo siguiente:
Como todos los años el médico lleno los papeles, del presupuesto para el año entrante, sabiendo que no le enviarían ni la cuarta parte del pedido.
Una semana más tarde el pueblo recibía, con bombos y platillos de la orquesta de alcahuetes la vista del coronel, a cargo del ministerio de gobierno y justicia de la provincia, en el gobierno estaba cargo de un general cuyo merito para ser general había sido que fue raptado por la guerrilla urbana, por equivocación, y se escapo.
El coronel con su comitiva visito las instituciones provinciales, la escuela, el hospital y alguna otra.
Al llegar, el coronel, al escritorio del médico, en el hospital, observo un estante lleno de frascos sin importancia y exclamo “después dicen que no cumplimos, por lo que veo tiene Ud. todos los medicamentos que necesita”, el médico, cansado de escuchar estupideces, le contesto que era frascos sin importancia y que no le habían enviado el pedido que desde hacía un año estaba en la capital.
El coronel, que a esa altura de la mañana ya había estado tomando un aperitivo, se sintió tocado en sus fibras militares y se dirigió al médico con violencia diciendo que los que estaban contra el proceso era subversivos y otra serie de improperios propios de un imbécil, borracho y con poder que no emana del mandato del pueblo sino de la violencia de las armas.
La cosa no termino allí, la comitiva había preparado un asado para agasajarlo y allí los alcahuetes se despacharon con todo tipo de acusación contra el médico.
El llegar a la capital firmo la cesantía del médico, con argumentos que no se pudieron leer nunca por que perdieron el expediente.
La imbecilidad llego lejos, tanto como para que no lo dejaran cesante en otro ministerio, el de educación, ya que el médico era también profesor, pero se trato de hacerlo desaparecer con un grupo de tareas de la brigada militar, quienes comían en un restauran de la zona antes de actuar y allí recibieron otra información, que contradecía la primera del coronel y se volvieron sin consumar la revancha.
El que venía a cumplir la orden era alguien que conocía al coronel y su afición por cualquier clase de tragos y les creyó a los parroquianos que le informaron lo contrario.
En este lugar como en otros se seguía robando a cara descubierta, civiles y militares, que solo robaban, no pensaban, que después de todo es lo único que podían hacer era hacerse. Esto los distinguía.
Cualquier coincidencia con la realidad es pura casualidad.