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lunes, 10 de mayo de 2010

BUSCANDO LA UNIDAD NACIONAL

En 1863 el Presidente Abrahán Lincoln dio un memorable discurso después de una gran batalla entre el norte y el sur, que dijo exactamente:
Hace ocho décadas y siete años, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva nación concebida en la libertad y consagrada al principio de que todas las personas son creadas iguales.
Ahora estamos empeñados en una gran guerra civil que pone a prueba si esta nación, o cualquier nación así concebida y así consagrada, puede perdurar en el tiempo. Estamos reunidos en un gran campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a consagrar una porción de ese campo como último lugar de descanso para aquellos que dieron aquí sus vidas para que esta nación pudiera vivir. Es absolutamente correcto y apropiado que hagamos tal cosa.
Pero, en un sentido más amplio, nosotros no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar este terreno. Los valientes hombres, vivos y muertos, que lucharon aquí lo han consagrado ya muy por encima de nuestro pobre poder de añadir o restarle algo. El mundo apenas advertirá y no recordará por mucho tiempo lo que aquí decimos, pero nunca podrá olvidar lo que ellos hicieron aquí. Somos, más bien, nosotros, los vivos, los que debemos consagrarnos aquí a la tarea inconclusa que, aquellos que aquí lucharon, hicieron avanzar tanto y tan noblemente. Somos más bien los vivos los que debemos consagrarnos aquí a la gran tarea que aún resta ante nosotros: que, de estos muertos a los que honramos, tomemos una devoción incrementada a la causa por la que ellos dieron hasta la última medida completa de celo. Que resolvamos aquí, firmemente, que estos muertos no habrán dado su vida en vano. Que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de libertad. Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la Tierra.
Palabras simples, pero de un gran significado para conducir hacia la unidad nacional y establecer el espíritu de la gran república del norte.
Asistimos desde antes de 1955 a la intolerancia marca, muchas veces incentivada por lo líderes nacionales, que son los que debería bregar por la unión nacional, como lo expresa el preámbulo de la constitución escrita después de una guerra civil que parece no tener fin.
La violencia política es un estado de guerra civil permanente y nosotros los argentinos según sea la popularidad del caudillo de turno y su temperamento de vez en cuando aplaudimos que se impulse el odio como forma de construcción de una sociedad nueva, mejor, civilizada, cuestión que a todas luces se puede prever que no dará los resultados esperados.
La brutalidad de enjuiciar dos veces por la misma causa a una persona es también signo de la venganza usando el poder del estado, seria mas caballeroso retarlo a duelo a un personaje, que si bien no hay pruebas, ha sido nefasto para la nación, pero que casualmente ha favorecido, con algunas resoluciones, al enriquecimiento de jóvenes abogados en los 70.
Habrá ejemplos argentinos, pero recurro a la acción del presidente Roosevelt cuando ante la sed de venganza de rusos e ingleses, propuso enjuiciar a los nazis, y le dijeron no se van a encontrar pruebas, - entonces no hay acusación, ni juicio; que los fiscales trabajen.
Llegara un tiempo en que el pueblo argentino elija un presidente que pueda decir un discurso como el de Lincoln?? Y que los gobiernos sucesivos no vuelvan a seguir haciendo política o buscando venganza cuando les toque tener el mazo en la mano?
No podremos hacer un lugar de la memoria donde estén enterrados los combatientes de ambos bandos?, si lo logramos estaremos dando lugar a una nueva historia y construyendo un hombre nuevo.