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lunes, 5 de abril de 2010

OBISPO DE GOYA mensaje


MENSAJE DE PASCUA  2010


Queridos hermanos y hermanas:
                                                      
1. Proclamamos tu Resurrección. Como cada año, junto al sepulcro vacío, resuena hoy el anuncio sorprendente del Evangelio: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo, no está aquí, ha resucitado” (Lc.24,5-6).   En la Misa Pascual afirmamos:  “Sabemos que Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos”. “Esta es la afirmación gozosa del núcleo fundamental de nuestra profesión de fe. Este es el grito de victoria que hoy nos  une a todos.  ¡Jesús ha resucitado y por lo tanto está vivo!”.

     Esta proclamación surge no de “fábulas ingeniosamente inventadas” sino de un acontecimiento histórico, único e irrepetible: Jesús de Nazaret, Hijo de María,, que en el atardecer del Viernes Santo fue bajado de la cruz y sepultado, salió vencedor de la tumba.  Acontecimiento histórico demostrable por la señal del sepulcro vacío y por la realidad del encuentro de los Apóstoles con Cristo Resucitado.  Ellos fueron “testigos oculares de su grandeza” (Pedr.1,16).  “Nosotros que comimos y bebimos con El después de su resurrección”, dirá el Apóstol Pedro (Hech. 10,41).  Jesucristo crucificado y sepultado, resucitó con su cuerpo glorioso en la madrugada de la Pascua.  Hoy Pedro y Juan hallaron la tumba vacía.  Hoy Magdalena y las otras mujeres se encontraron con Jesús Resucitado. Hoy los dos discípulos de Emaús lo reconocieron en la fracción del pan.  Hoy el Resucitado se apareció a los Apóstoles por la tarde en el cenáculo.

     Hoy, como Obispo sucesor de los Apóstoles en la Iglesia Católica, me uno a la larga cadena de testigos del Señor Resucitado.  Y con ellos les anuncio: ¡Aleluia, Cristo Resucitó!.  El vive y va a nuestro lado en los caminos de nuestra vida.  ¡El nos ama y nada ni nadie nos puede separar de su amor que ha vencido al odio y ha derrotado la muerte.  El es nuestra Esperanza.  “El es la respuesta total, sobreabundante y satisfactoria a las preguntas humana sobre la verdad, el sentido de la vida y la realidad, la felicidad, la justicia y la belleza” (DA.380).

2. En Jesús Resucitado tenemos vida.  Jesús resucitó para que también nosotros, creyendo en El, podamos tener vida eterna. “Abramos nuestra alma a Cristo muerto y resucitado para que nos renueve, para que elimine de nuestro corazón el veneno del pecado y de la muerte y nos infunda la savia vital del Espíritu Santo: la vida divina y eterna”.  Con la resurrección de Jesús se inicia una condición nueva porque la muerte no tiene la última palabra, porque al final es la Vida la que triunfa. 
     Con la Pascua entra en la historia un torrente de novedad que transforma nuestra vida aquí y ahora y abre horizontes definitivos para la eternidad.  Vida nueva aquí, resurrección y vida eterna para el más allá.  Con Cristo Resucitado tenemos la victoria.  En El, la Vida, la más plena, la más hermosa, la más feliz, la Vida Eterna, la Resurrección.  ¡Cómo nos llena de consuelo y esperanza la proclamación final del Credo cristiano: “Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.”.

3. Cantemos con la vida.   “Que el anuncio de la Pascua se propague con el jubiloso canto del Aleluya. Cantémoslo con los labios, pero cantémoslo sobre todo con el corazón y con la vida, con un estilo de vida sencillo, humilde y fecundo en buenas obras”.  Ofrezcamos a la Patria en  el Bicentenario la alegría de la esperanza y nuestro compromiso ciudadano con el Bien común.  Ofrezcámosle, en la vida privada y pública, la confianza mutua y la reconciliación para superar la disyuntiva amigo-enemigo y la permanente confrontación. 
     En el horizonte del Bicentenario, ¡qué esperanzadoras y exigentes suenan las siguientes expresiones!:
o        Creemos que en nuestra Patria existe  la capacidad para erradicar la pobreza y exclusión mediante la justicia e inclusión social (HB.5).
o        Buscamos el desarrollo integral de todos, que tenga en cuenta a Dios y  los valores de la Fe.
o        Anhelamos un diálogo sincero, respetuoso y abierto que posibilite consensos y acuerdos para la construcción del Bien común en corresponsabilidad.  Los Obispos argentinos hemos expresado: “Sólo el diálogo hará posible concretar los nuevos acuerdos para proyectar el futuro del país y un país con futuro” (HB.18).

     Que la fuerza de Jesús Resucitado haga prevalecer los valores fundamentales de nuestra Cultura argentina: “La fe, amistad, el amor por la vida, la búsqueda del respeto a la dignidad del varón y la mujer, el espíritu de libertad, la solidaridad, el interés por los pertinentes reclamos ante la justicia, la educación de los hijos, el aprecio por la familia, el amor a la tierra, la sensibilidad hacia el medio ambiente, y ese ingenio popular que no baja los brazos para resolver solidariamente las situaciones duras de la vida cotidiana” (HB.10).

      Los terribles terremotos de Haití y Chile, con su avalancha de destrucción y muerte, no pueden estar ausentes de nuestra memoria y de nuestro corazón en esta Pascua.  Los destellos luminosos de la  Resurrección, con su mensaje de vida y esperanza, rasgan la espesa oscuridad de dolor y muerte que sufren nuestros hermanos chilenos y haitianos.  Y les aseguran la Presencia del Señor Resucitado que alienta y sostiene, y la presencia de los que creemos en El.  Por eso desde nuestra tierra correntina queremos asegurarles el auxilio de nuestra oración, apoyo, y ayuda concreta.

      ¡Argentina canta y camina!.  Hoy, en el día jubiloso de la Pascua, desbordando alegría te ofrecemos el tesoro más grande que tenemos:  la presencia de Jesús Resucitado, vivo en nuestro corazón y en nuestra Iglesia.  En El tenemos futuro.  El hace nuevas todas las cosas. ¡Aleluya!.  Feliz Pascua.  Reciban mi cariñoso saludo y mi bendición.  ¡Aleluya, Cristo Vive!.


                                                                                                        Ricardo Faifer
                                                                                                       Obispo de Goya


o        Para este Mensaje he recurrido a párrafos de las hermosas homilías de Benedicto
             XVI en la Pascua de 2009.
o        HB. :”Hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad”- CEA.